MIEMBROS LAICOS CASADOS Y SOLTEROS

Una llamada urgente

La rama laica está compuesta por hombres y mujeres, laicos (casados, solteros o consagrados por un voto de celibato) y clérigos (diáconos permanentes) que, respondiendo a una llamada del Señor, quieren seguirlo viviendo de acuerdo con el carisma de la Comunidad de las Bienaventuranzas. Quieren así, consagrar sus vidas al Señor, viviendo el espíritu de los consejos evangélicos (pobreza, castidad y obediencia) y el espíritu de las Bienaventuranzas (cf. Mt 5: 1-12), para ser testigos del Evangelio en el mundo y signos del Reino venidero.

Su elección de comprometerse en la Comunidad es, por lo tanto, una respuesta a la urgente llamada que la Iglesia dirige a los laicos desde el Concilio Vaticano II para seguir la llamada a la santidad que resulta de la gracia bautismal y del participar plenamente en la misión de la iglesia.

Vida fraterna y comunitaria

Matrimonios, familias y solteros eligen vivir una cierta forma de vida comunitaria y fraterna compatible con su propia vocación.

Diversas modalidades son posibles para un compromiso único, con el fin de permitir a los laicos de perseverar en su llamada de acuerdo con las diferentes limitaciones que su situación de vida les impondrá a lo largo de su existencia.

  • Pueden elegir de vivir en una casa, en el seno de un Hogar Comunitario donde tienen sus propios lugares de vida. Las familias ocupan departamentos o casas. Viven la vida comunitaria cotidianamente. Algunos momentos son vividos en el seno de su rama, y otros momentos con todos los miembros del hogar comunitario.
  • Otros eligen vivir al exterior del hogar, en su propia casa. Así, ellos participan a la vida de un hogar comunitario de manera semanal por adhesión.
  • Finalmente, algunos pueden constituir una fraternidad que ofrece vida comunitaria semanal. En este caso, no viven en el mismo lugar y las reuniones pueden realizarse en la casa de uno de ellos o en un lugar fraternal común a todos.

La vida de oración

Los matrimonios o los solteros de la Comunidad eligen vivir una vida de oración profunda y continua. A través de su compromiso familiar y profesional, ellos deben desarrollar una vida de oración en todas partes y en todo momento. Sin embargo, intentan preservar en el centro de su día, un tiempo para Dios solo. Así, ellos recuerdan que el corazón a corazón de la oración y la Palabra de Dios es la fuente de toda fecundidad. Los laicos participan en la medida de sus posibilidades en la vida litúrgica de la Comunidad, pero también tienen en el corazón el deseo de desarrollar una real vida de oración personal, familiar y conyugal.

El trabajo

Los laicos de la Comunidad ejercen una actividad profesional en la sociedad civil, en la Iglesia o en un apostolado de la Comunidad en relación con los hermanos consagrados y las hermanas consagradas. Las familias subvencionan sus propias necesidades y las de sus hijos.

Viven su trabajo y su inserción en la sociedad como una misión para ser testigos de los valores del Evangelio y de los signos de la misericordia de Cristo para todos.

La misión

Los matrimonios y los solteros interesados en la evangelización o la compasión participan activamente en primer lugar a la misión y a los apostolados de la Comunidad, en comunión con los sacerdotes, hermanos y hermanas.

Algunos pueden tener misiones encomendadas por la comunidad o misiones personales.

Contrato

El Contrato personal expresa el compromiso de cada miembro laico con Dios y  con la Comunidad dentro de la rama. Este contrato es redactado por un año de duración, para cada miembro laico, durante un año, en concertación con su responsable. Tiene en cuenta el nivel de compromiso, la situación profesional, el lugar de vida, la vida fraterna y de oración, la vida apostólica, la formación.

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    témoignage de

    Jaime et Laurence

    Nous sommes mariés et avons trois enfants de 15 à 9 ans. Nous sommes d’origine française, italienne et espagnole ! Nous sommes actuellement en mission à la Réunion. Entrés à la Communauté en 1995 et 1996, comme célibataires tous les deux, et après notre rencontre, nous nous sommes fiancés et mariés à la Communauté.

    En 2002 nous avons voulu prendre le temps de construire notre famille et après treize années, nous avons réintégré la Communauté. Les différentes modalités de vie communautaire sont bien adaptées à notre vie familiale et nous pouvons pleinement y servir le Seigneur.

    Nous vivons dans une maison qui se trouve à sept minutes à pied du foyer des frères. Cette proximité géographique est capitale pour nous et nous permet de participer aux offices et à la vie fraternelle de manière très souple par rapport à notre organisation familiale. Le foyer communautaire demeure le lieu de la communion (vie de prière, temps fraternels et missionnaires). La communion des états de vie est un véritable défi à relever aujourd’hui et demain pour évangéliser et annoncer la bonne nouvelle du Christ.

    Nous sommes, pour Jaime, professeur d’espagnol, et pour Laurence, formatrice et consultante en communication. Notre vie professionnelle nous permet de subvenir aux besoins de notre famille, mais est aussi une mission, celle de témoigner de notre foi par des gestes, des actes et des paroles simples.

    La vie avec le Seigneur est une aventure extraordinaire !

    Jaime et Laurence

    testimonio de

    Jaime y Laurence

    Estamos casados y tenemos tres hijos de entre 15 y 9 años. Somos de origen francés, italiano y español. Actualmente estamos de misión en la Isla de la Reunión. Entramos en la Comunidad en 1995 y 1996, ambos como solteros, y tras conocernos, nos comprometimos y nos casamos en la Comunidad.

    En 2002 quisimos tomarnos tiempo para construir nuestra familia y, después de trece años, volvimos a la Comunidad. Las distintas formas de vida comunitaria se adaptan bien a nuestra vida familiar y podemos servir plenamente al Señor.

    Vivimos en una casa que está a siete minutos a pie de la casa de los hermanos. Esta proximidad geográfica es muy importante para nosotros y nos permite participar en los servicios y en la vida fraterna de forma muy flexible con respecto a nuestra organización familiar. La casa de la comunidad sigue siendo el lugar de comunión (vida de oración, tiempos fraternos y misioneros). La comunión de estados de vida es un verdadero reto que hay que asumir hoy y mañana para evangelizar y anunciar la buena nueva de Cristo.

    Jaime es profesor de español y Laurence es formador y consultor en comunicación. Nuestra vida profesional nos permite sacar adelante a nuestra familia, pero también es una misión, la de dar testimonio de nuestra fe con gestos sencillos, acciones y palabras.

    La vida con el Señor es una aventura extraordinaria.

    Jaime y Laurence

    témoignage de

    Valérie

    Originaire de Paris, je suis entrée à la Communauté il y a une vingtaine d’années. Je finissais mes études en Lettres modernes et en Histoire à la Sorbonne.

     

    J’avais tout pour être heureuse mais je cherchais désespérément un sens à ma vie. J’avais juste oublié l’essentiel : Dieu.

    La Sainte Vierge est venue me chercher dans toutes mes impasses et a commencé à me conduire pas à pas pour me faire revenir à l’Eglise et me permettre de découvrir la Communauté. Inscrite à un camp de jeunes au Liban pendant l’été 1997, ce fut une expérience décisive suivie rapidement d’une année Nazareth (un temps pour Dieu proposé aux jeunes pour discerner leur vocation).

    J’ai senti clairement un appel aux Béatitudes car, aspirant à l’union à Dieu à l’école du Carmel, j’étais très attirée par la spiritualité mariale et la beauté de la liturgie. J’y ai découvert la joie de la vie fraternelle et l’accueil des pauvres, une vie simple et sobre comme remède au matérialisme, le tout cimenté par la prière liturgique et l’adoration eucharistique. Bref, tout me semblait familier et attirant. Une évidence s’est vite imposée à moi : après deux années de recherche, j’avais enfin trouvé ma famille spirituelle.

    Aujourd’hui, je vis mon appel communautaire au sein de la Branche laïque en ayant fait un vœu de célibat pour le Royaume. Cet appel me permet de vivre ma consécration et d’être pleinement épouse du Christ dans un discret témoignage, tout en exerçant un métier que j’aime.

    Je travaille en effet aux Editions des Béatitudes à Nouan-le-Fuzelier. Un cadeau vraiment providentiel car, à la fin de mes études littéraires, je me destinais justement aux métiers de l’édition… Le Seigneur m’a redonné cela après m’avoir demandé de tout quitter pour Le suivre. C’est une grande joie de pouvoir vivre l’intégralité de la vie communautaire tout en exerçant sur place un métier sur mesure ! Ce travail est aussi l’occasion de pouvoir participer à une œuvre d’évangélisation par le media du livre qui m’a toujours passionnée.

    Enfin, une autre chose qui me tient à cœur : la musique et le chant en particulier. J’ai la joie de faire partie de l’équipe des chantres pour animer les offices et les messes au service de la Communauté et des retraitants qui la visitent. Aider les autres à prier grâce à la musique, c’est tellement beau !

    Tout mon cheminement pourrait se résumer en une phrase : « Approchez-vous de Lui et Il s’approchera de vous. » (Jc 4,8) C’est par le Cœur de Marie que j’ai pu entrer dans l’intimité du Cœur de Jésus. Deo gratias !

    Valérie

    testimonio de

    Valérie

    Natural de París, me incorporé a la Comunidad hace unos veinte años. Estaba terminando mis estudios de Literatura Moderna e Historia en la Sorbona.

    Lo tenía todo para ser feliz, pero buscaba desesperadamente un sentido a mi vida. Me había olvidado de lo esencial: Dios.

    La Virgen vino a buscarme en todos mis callejones sin salida y empezó a conducirme paso a paso de vuelta a la Iglesia y a descubrir la Comunidad. Inscrito en un campamento de jóvenes en el Líbano durante el verano de 1997, fue una experiencia decisiva seguida rápidamente por un año Nazaret (un tiempo ofrecido por Dios a los jóvenes para discernir su vocación).

    Sentí claramente una llamada a las Bienaventuranzas porque, aspirando a la unión con Dios en la escuela del Carmelo, me sentí muy atraído por la espiritualidad mariana y la belleza de la liturgia. Descubrí la alegría de la vida fraterna y la acogida de los pobres, una vida sencilla y sobria como remedio al materialismo, todo ello cimentado por la oración litúrgica y la adoración eucarística. En resumen, todo me resultaba familiar y atractivo. Pronto me di cuenta de que, tras dos años de búsqueda, por fin había encontrado mi familia espiritual.

    Hoy, vivo mi llamada comunitaria dentro de la Rama Laica habiendo hecho voto de celibato por el Reino. Esta llamada me permite vivir mi consagración y ser plenamente la esposa de Cristo en un testimonio discreto, ejerciendo al mismo tiempo una profesión que amo.

    Trabajo en las Editions des Béatitudes de Nouan-le-Fuzelier. Es un verdadero regalo providencial porque, al final de mis estudios literarios, estaba destinada a una carrera editorial… El Señor me lo concedió después de haberme pedido que lo dejara todo para seguirle. ¡Es una gran alegría poder vivir toda la vida de la comunidad haciendo un trabajo a mi medida! Este trabajo es también una oportunidad de participar en una obra de evangelización a través de los libros, que siempre me ha fascinado.

    Por último, otra cosa que me apasiona: la música y el canto en particular. Tengo la alegría de formar parte del equipo de cantantes que animan los oficios y las misas al servicio de la Comunidad y de los ejercitantes que la visitan. Ayudar a los demás a rezar a través de la música ¡es tan hermoso!

    Todo mi camino podría resumirse en una frase: «Acercaos a Él y Él se acercará a vosotros» (St 4,8). (Fue a través del Corazón de María que pude entrar en la intimidad del Corazón de Jesús. ¡Deo gratias!

    Valerie

    Bart et Veerle

    témoignage de

    Bart et Veerle

    Nous nous sommes mariés en 1993, et avons trois enfants. Belges néerlandophones, nous habitons en Flandres (Belgique).

    C’est comme « touristes », en visitant l’abbaye Saint-Martin-du-Canigou, que nous avons fait la rencontre de la Communauté des Béatitudes. La joie, la beauté de la liturgie et la communion des états de vie nous ont tout de suite interpellés.

    Dans notre quête spirituelle, nous avons beaucoup cherché ! Et c’est dans la Communauté que nous avons vraiment rencontré le Christ ! Whaou ! Quel changement dans notre vie. Nous avons découvert la diversité de la prière et de la spiritualité : vêpres byzantines, entrée en shabbat, danses d’Israël, renouveau charismatique, spiritualité carmélitaine. Et avec l’internationalité, la Communauté a formidablement élargi notre regard sur le monde.

    Dans la Communauté des Béatitudes nous aimons cet équilibre entre la vie contemplative et la vie active et missionnaire. A la fois la prière intérieure, l’adoration, le silence, mais aussi la louange et la prière charismatique.

    Quelle belle unité !

    Bart et Veerle

    Bart et Veerle

    testimonio de

    Bart y Veerle

    Nos casamos en 1993 y tenemos tres hijos. Somos belgas de lengua neerlandesa y vivimos en Flandes (Bélgica).

    Fue durante una visita a la abadía de Saint-Martin-du-Canigou cuando conocimos a la Comunidad de las Bienaventuranzas como «turistas». La alegría, la belleza de la liturgia y la comunión de estados de vida nos atrajeron inmediatamente.

    En nuestra búsqueda espiritual, ¡buscamos mucho! ¡Y fue en la Comunidad donde realmente encontramos a Cristo! Qué cambio en nuestras vidas. Qué cambio en nuestras vidas. Descubrimos la diversidad de la oración y de la espiritualidad: vísperas bizantinas, entrada sabática, danzas de Israel, renovación carismática, espiritualidad carmelita. Y con la internacionalidad, la Comunidad ha ampliado formidablemente nuestra visión del mundo.

    En la Comunidad de las Bienaventuranzas nos gusta este equilibrio entre la vida contemplativa y la vida activa y misionera. Tanto la oración interior, la adoración, el silencio, pero también la alabanza y la oración carismática.

    ¡Qué hermosa unidad!

    Bart y Veerle

    témoignage de

    Joumana

    Je suis Joumana du Liban. J’ai rejoint la Communauté il y a quatorze ans déjà, à l’âge de 25 ans. Avant cela, j’étais prof de philosophie pour des classes de terminales, et assistante de production dans des programmes culturels télévisés.

    Ayant vécu des phases de remise en question de ma foi d’une part, aimant beaucoup la vie et rêvant de projets d’études avancés et de mariage d’autre part, j’étais loin de penser qu’un jour je « tomberais amoureuse de Dieu » et que cet amour m’appellerait à tout abandonner, et à tout donner.

    En pleine recherche de « la vérité », je lance à 20 ans un défi dans l’absolu : « si la philosophie me prouve que Dieu existe, je croirais, sinon, c’en est fini pour la foi ». Me prenant à la lettre, Dieu s’approcha de moi dans un premier temps à travers la philosophie… Ayant été invitée un samedi soir aux vêpres à la Communauté par un frère qui étudiait avec moi, le Dieu des philosophes acheva de découvrir son visage plein d’amour et de toucher mon cœur par la beauté qui émanait du lieu, des visages, des chants… et des prières spontanées : ce soir-là j’ai compris que son nom est « Seigneur », et qu’il est « la Vérité ».

    A 24 ans, la visite des reliques de Thérèse au Liban remit sur mon chemin la Communauté, et je découvris avec joie le programme tout neuf des retraites qu’elle venait de mettre en place. De retraite en retraite la folie d’un appel retentissait en moi et faisait tomber tous les autres désirs déjà présents. La force de ma résistance égalait celle de mon attirance vers cet amour que nul autre n’égalait, et jour après jour je me laissais envahir par ce désir unique : « Aimer, c’est tout donner et se donner soi-même ». Tout dans la Communauté parlait à mon cœur ! Alors j’ai dit oui, et je ne l’ai jamais regretté.

     « Il n’y a pas de plus grand amour que de donner sa vie pour ses amis »… pas de plus grand bonheur non plus, car « qui est en Dieu, ne manque de rien » !

    Joumana

    testimonio de

    Joumana

    Soy Joumana, del Líbano. Entré en la Comunidad hace catorce años, a la edad de 25 años. Antes de eso, fui profesora de filosofía en clases de secundaria y ayudante de producción en programas culturales de televisión.

    Habiendo pasado por fases de cuestionamiento de mi fe por un lado, amando mucho la vida y soñando con estudios superiores y matrimonio por otro, estaba lejos de pensar que un día me «enamoraría de Dios» y que este amor me llamaría a dejarlo todo, y a darlo todo.

    En plena búsqueda de «la verdad», a los 20 años lancé un reto: «Si la filosofía me demuestra que Dios existe, creeré; de lo contrario, se acabó mi fe». Invitado un sábado por la noche a las vísperas en la Comunidad por un hermano que estudiaba conmigo, el Dios de los filósofos completó el descubrimiento de su rostro amoroso y tocó mi corazón por la belleza que emanaba del lugar, de los rostros, de los cantos… y de las oraciones espontáneas: aquella noche comprendí que su nombre es «Señor», y que es «la Verdad».

    A los 24 años, la visita a las reliquias de Teresa en el Líbano volvió a poner a la Comunidad en mi camino, y descubrí con alegría el flamante programa de retiros que acababa de poner en marcha. De retiro en retiro, la locura de una llamada resonaba en mí y hacía caer todos los demás deseos ya presentes. La fuerza de mi resistencia era igual a la de mi atracción por este amor que ningún otro podía igualar, y día tras día me dejaba invadir por este deseo único: «Amar es darlo todo y entregarse». ¡Todo en la Comunidad hablaba a mi corazón! Así que dije que sí, y nunca me he arrepentido.

    «No hay mayor amor que dar la vida por los amigos»… ¡tampoco mayor felicidad, porque «a quien está en Dios nada le falta»!

    Joumana

    Guillem et Esther

    témoignage de

    Guillem et Esther

    Nous sommes Guillem et Esther. Originaires de Barcelone, nous sommes rentrés à la Communauté lorsque nous étions fiancés en 1995. Esther avait fait des études d’institutrice et de pianiste et Guillem des études de journalisme. Nous avions connu la Communauté aux sessions d’été qu’elle organisait à Lourdes. Puis nous l’avons fréquentée en allant régulièrement faire des séjours dans la maison de Saint Martin du Canigou à 250 kms de chez nous.

    Esther : moi j’étais touchée par la vie de prière, la vie fraternelle et par l’eschatologie : « voir le Peuple de Dieu (frères, sœurs, familles, prêtres), vivre le Royaume au milieu de nous » : cela se sentait, se respirait, se voyait…
    Guillem : ce qui me touchait c’était la dimension de mission et d’évangélisation. On voyait que la fécondité des missions de la Communauté prenait sa source dans la vie de prière.

    Nous portions tous les deux un désir de consacrer notre couple à Dieu et au service de son Royaume. Le Seigneur nous a montré la Communauté et son charisme comme la réponse à ce désir profond qui nous habitait.

    Esther : cette évidence m’est apparue en premier. J’ai attendu et prié que le moment vienne pour Guillem.
    Guillem : pendant une Semaine Sainte à la Communauté à l’abbaye Saint-Martin, en faisant du jardinage, j’ai ressenti moi aussi cet appel !

    Nous avons passé neuf ans en vie communautaire résidentielle, pendant lesquelles nous avons poursuivi nos études par de la psychopédagogie pour Esther et de la théologie pour Guillem. Et en 2004, nous avons été envoyés pour fonder la Communauté en Espagne dans le diocèse de Segorbe-Castellon. C’est là qu’après dix ans de mariage, le Seigneur nous a bénis avec l’arrivée de notre fille, cadeau de la Vierge Marie. Cela nous a préparés à l’apostolat que nous vivons aujourd’hui auprès des jeunes mamans célibataires en difficulté.

    Aujourd’hui, nous travaillons tous les deux comme institutrice et au service de la communication du diocèse. Nous proposons aussi des veillées de prière, des retraites et des sessions toute l’année.

    Nous vivons une réalité missionnaire qui est nourrie par une vie d’amitié avec Dieu, par la prière, les sacrements, la conversion continuelle.

    Quand on est en mission, le Seigneur nous fait vivre une pauvreté à tous les niveaux. Cela n’est pas toujours facile, mais nous expérimentons que plus on est pauvre, plus on est riche, et plus grandit en nous la certitude que le Seigneur Seul agit dans les cœurs au milieu du monde.

    Guillem et Esther

    Guillem et Esther

    testimonio de

    Guillem et Esther

    Somos Guillem y Esther. Originarios de Barcelona, volvimos a la Comunidad cuando nos hicimos novios en 1995. Esther había estudiado magisterio y piano y Guillem, periodismo. Conocimos la Comunidad en las sesiones de verano que organizaba en Lourdes. Después íbamos regularmente a la casa de Saint Martin du Canigou, a 250 km de nuestra casa.

    Esther: Me conmovió la vida de oración, la vida fraterna y la escatología: «ver al Pueblo de Dios (hermanos, hermanas, familias, sacerdotes), vivir el Reino en medio de nosotros»: se sentía, se respiraba, se veía…
    Guillem: Lo que me conmovió fue la dimensión de la misión y de la evangelización. Pudimos comprobar que la fecundidad de las misiones de la Comunidad estaba enraizada en la vida de oración.

    Los dos teníamos el deseo de consagrar nuestra pareja a Dios y al servicio de su Reino. El Señor nos mostró la Comunidad y su carisma como la respuesta a este profundo deseo que teníamos.

    Esther: esta evidencia se me apareció primero. Esperé y recé para que llegara el momento de Guillem.
    Guillem: durante una Semana Santa en la Comunidad de la Abadía de San Martín, mientras trabajaba en el jardín, ¡yo también sentí esta llamada!

    Pasamos nueve años en vida comunitaria residencial, durante los cuales continuamos nuestros estudios con psicopedagogía para Esther y teología para Guillem. Y en 2004, nos enviaron a fundar la Comunidad en España, en la diócesis de Segorbe-Castellón. Allí, tras diez años de matrimonio, el Señor nos bendijo con la llegada de nuestra hija, regalo de la Virgen María. Esto nos preparó para el apostolado que hoy vivimos con jóvenes madres solteras en dificultad.

    Hoy, ambos trabajamos como profesores y en el departamento de comunicación de la diócesis. También ofrecemos vigilias de oración, retiros y sesiones a lo largo del año.

    Vivimos una realidad misionera que se alimenta de una vida de amistad con Dios, de la oración, de los sacramentos y de la conversión continua.

    Cuando estamos en misión, el Señor nos hace vivir una pobreza a todos los niveles. No siempre es fácil, pero experimentamos que cuanto más pobres somos, más ricos somos, y más seguros estamos de que sólo el Señor actúa en nuestros corazones en medio del mundo.

    Guillem y Esther

    Julie

    testimony of

    Julie

    De nationalité libanaise, je vis dans la maison communautaire de Gharzouz, au Liban, depuis deux ans. Je suis architecte d’intérieur depuis 2012. J’ai ressenti un fort appel de Dieu il y a plusieurs années, et après un long discernement, j’ai réalisé que cet appel reposait sur plusieurs points : une vie de prière intense et un désir d’union avec Dieu, une vie fraternelle (c’est-à-dire en communauté) avec la communion de tous les états de vie (mixtes), un rayonnement missionnaire et un don total de moi-même tout en restant en contact avec le monde. 

    Mais dans quelle communauté ?
    Un jour, un ami m’a proposé d’aider les frères et sœurs de la maison Gharzouz dans une de leurs missions (l’organisation de journées spirituelles pour les écoles pendant le Carême). C’est à ce moment-là que j’ai vraiment fait connaissance avec la Communauté de près. Petit à petit, j’ai réalisé qu’elle correspondait à ce que je voulais et j’ai décidé de rejoindre la Communauté. 

    Je vis ma vocation dans tout ce que je fais :

    • dans une vie de prière avec l’eucharistie et l’adoration quotidiennes, avec les différents services divins (ainsi que le triduum pascal) qui renforcent ma relation avec Dieu, approfondissant toujours plus ma confiance en Lui.
    • enfin, dans les missions d’évangélisation, qui m’apprennent à devenir un vrai disciple : la joie de faire goûter aux autres le Royaume des Cieux et d’intercéder pour le monde qui a besoin de beaucoup de prière.

    Oh je n’oublie pas les petits combats de chaque jour qui m’enracinent dans ma vocation pour m’ouvrir les portes de la sainteté.

    «Une âme unie à Jésus est un sourire vivant qui le rayonne et le donne» (Sainte Elisabeth de la Trinité).

    Julie

    Julie

    testimonio de

    Julie

    Soy libanesa y vivo en la casa comunitaria de Gharzouz, en Líbano, desde hace dos años. Soy diseñadora de interiores desde 2012. Sentí una fuerte llamada de Dios hace varios años y, tras un largo discernimiento, me di cuenta de que esta llamada se basaba en varios puntos: una intensa vida de oración y un deseo de unión con Dios, una vida fraterna (es decir, en comunidad) con la comunión de todos los estados de vida (mixta), una proyección misionera y un don total de mí misma sin dejar de estar en contacto con el mundo.

    ¿Pero en qué comunidad?
    Un día, un amigo me propuso ayudar a los hermanos y hermanas de la casa Gharzouz en una de sus misiones (la organización de jornadas espirituales para las escuelas durante la Cuaresma). Fue entonces cuando realmente conocí de cerca la Comunidad. Poco a poco, me di cuenta de que era lo que quería y decidí unirme a la Comunidad.

    Vivo mi vocación en todo lo que hago:

    en una vida de oración con la Eucaristía y la adoración diarias, con los diferentes servicios divinos (así como el triduo pascual) que refuerzan mi relación con Dios, profundizando cada vez más mi confianza en Él.
    Por último, en las misiones de evangelización, que me enseñan a convertirme en un verdadero discípulo: la alegría de dar a probar a los demás el Reino de los Cielos y de interceder por el mundo, que necesita mucha oración.

    No olvido las pequeñas luchas de cada día que me arraigan en mi vocación de abrir las puertas de la santidad.

    «Un alma unida a Jesús es una sonrisa viva que lo irradia y lo regala» (Santa Isabel de la Trinidad).

    Julie

    témoignage de

    Jean-Claude et Martine

    Nous sommes, Jean-Claude, diacre permanent, et Martine, parmi les tous premiers membres de la Communauté.

    Nous étions tous les deux étudiants à la faculté de médecine de Nancy et voici que nos chemins se sont croisés en 1970 dans le cadre de l’aumônerie protestante réformée que fréquentait aussi le fondateur de la Communauté et quelques autres anciens. Nous nous posions bien des questions sur Dieu, sur la Vérité, sur notre avenir…

    En juillet 1974, à la fin de nos études, nous nous sommes mariés Peu auparavant le Renouveau charismatique était passé par là et suite au témoignage de nos amis Gérard Croissant et de son épouse Jo, nous avions reçu l’effusion du Saint Esprit, ce qui orienta radicalement notre vie. Nous comprîmes que Jésus était une personne, vivante et agissante, qui nous appelait à sa suite à marcher dans la sainteté. La solution pour y arriver, c’était la vie communautaire car, même si chacun a son chemin, on ne peut y arriver seul. La vie communautaire permettait de s’organiser et de se stimuler afin que Dieu soit toujours le premier servi.

    Répondant, dans un acte de foi, à l’appel du Seigneur, nous nous sommes lancés tête baissée dans ce projet fou et inédit et avons intégré la première maison de la Communauté à Cordes en septembre 1975, cela fait 44 ans. Après quelques mois, nous sommes partis, sans rien, fonder la Communauté en Israël, et vivre proches du peuple élu dont nous apprenons tant de choses.

    De retour en France, nous avons participé à diverses nouvelles fondations et assumé des responsabilités variées : pastorale des jeunes, adolescents puis adultes, services administratifs et juridiques, formation, soutien aux œuvres de compassion de la communauté ainsi que diverses tâches de gouvernement qui nous ont bien occupés !

    Que retenir de ce parcours ? Nous avons connu des hauts et des bas, des temps bénis et des temps de désert, des périodes de communion et d’autres de dissensions… Mais après 44 ans, la certitude qui nous habite et qui demeure intacte, c’est que la Communauté est un don de Dieu, elle n’est pas une œuvre humaine, et ce que Dieu donne, Il ne le reprend pas. Si nous, nous sommes inconstants, notre Dieu est fidèle, nous pouvons compter sur Lui ! C’est là notre force qui nourrit notre espérance.

    Jean-Claude et Martine Michel

    testimonio de

    Jean-Claude y Martine

    Jean-Claude, diácono permanente, y Martine fueron de los primeros miembros de la Comunidad.

    Ambos éramos estudiantes en la Facultad de Medicina de Nancy y nuestros caminos se cruzaron en 1970 en la capellanía protestante reformada a la que asistían también el fundador de la Comunidad y algunos otros ancianos. Nos hicimos muchas preguntas sobre Dios, sobre la Verdad, sobre nuestro futuro…

    En julio de 1974, al final de nuestros estudios, nos casamos. Poco antes había pasado por nosotros la Renovación Carismática y, siguiendo el testimonio de nuestros amigos Gérard Croissant y su esposa Jo, habíamos recibido la efusión del Espíritu Santo, que orientó radicalmente nuestras vidas. Comprendimos que Jesús era una persona, viva y activa, que nos llamaba a seguirle en santidad. La solución era la vida comunitaria, porque, aunque cada uno tenga su propio camino, no podemos llegar solos. La vida comunitaria nos permitía organizarnos y estimularnos mutuamente para que Dios fuera siempre el primero en ser servido.

    Respondiendo, en un acto de fe, a la llamada del Señor, nos lanzamos de cabeza a este proyecto loco e inédito y entramos en la primera casa de la Comunidad, en Cordes, en septiembre de 1975, hace 44 años. Al cabo de unos meses, nos marchamos, sin nada, para fundar la Comunidad en Israel y vivir cerca del pueblo elegido del que tanto hemos aprendido.

    A nuestro regreso a Francia, participamos en varias fundaciones nuevas y asumimos diversas responsabilidades: pastoral juvenil, adolescentes y luego adultos, servicios administrativos y jurídicos, formación, apoyo a las obras de compasión de la comunidad, así como diversas tareas gubernamentales que nos mantuvieron ¡muy ocupados!

    ¿Qué recordamos de este viaje? Hemos conocido altibajos, tiempos bendecidos y tiempos de desierto, periodos de comunión y otros de disensión… Pero después de 44 años, la certeza que habita en nosotros y que permanece intacta es que la Comunidad es un don de Dios, no es una obra humana, y lo que Dios da, no lo quita. Si nosotros somos inconstantes, nuestro Dios es fiel, ¡podemos contar con Él! Esta es nuestra fuerza que alimenta nuestra esperanza.

    Jean-Claude y Martine Michel