Nuestra Llamada
La Comunidad despliega su carisma a través de la « la vida en el Espíritu », la « comunión de los estados de vida » y la manifestación apostólica que deriva de esta.
La vida en el Espíritu
La espiritualidad de la comunidad da el primer lugar a la vida de oración y a la búsqueda de la oración continua. La oración ocupa un lugar esencial en la vida de sus miembros y es la fuente de todo lo que viven.
La comunidad está fuertemente animada por la convicción de que el Señor vendrá pronto y de que podemos acelerar su venida, anticipando el Reino venidero, a través de la alabanza, la belleza de la liturgia y la vida fraterna.
También se caracteriza por una apertura a los carismas y dones del Espíritu Santo para la misión y la evangelización. Su interés específico en las raíces hebreas de la fe cristiana le da un lugar especial a la oración por el pueblo judío y por la unidad de los cristianos. Finalmente, la devoción y la consagración a María impregnan toda la espiritualidad de las Bienaventuranzas.
La comunión de los estados de vida
Como «familia eclesial», aspira a vivir una verdadera comunión fraterna entre hermanos consagrados, hermanas consagradas y laicos, tomando como modelo la vida trinitaria. La comunidad está formada por tres ramas unidas en un solo cuerpo comunitario, compartiendo la vida litúrgica, la vida fraterna y la vida apostólica y misionera.
Manifestación apostólica y misionera
A través del testimonio implícito de su vida y explícito de sus apostolados, la Comunidad desea participar activamente en la misión de la Iglesia y en la nueva evangelización. Lo hace a través de los medios de comunicación, la animación de retiros espirituales, la hospedería, el acompañamiento de peregrinaciones y sesiones, la pastoral de la familia y de jóvenes, la pastoral parroquial o de santuarios.
También desarrolla muchas obras de compasión y humanitarias a través de la recepción de pobres en sus hogares o la administración de hospitales, dispensarios, orfanatos, lugares de recepción para mujeres jóvenes en dificultad, etc.
Contemplación, comunión, compasión y misión resumen nuestro llamado común.